Carlos el Chacal y el crimen de un penquista

Última actualización el 3 de octubre de 2022

La detención del ex Presidente de la FEC Jorge Fuentes Alarcón en Asunción, en 1975, parece una trama de espionaje. A partir de ella no solo nació la llamada “Operación Cóndor”, sino que además su aprehensión daría pie a un intento por capturar en Paris a Ilich Ramírez Sánchez, más conocido como “Carlos el Chacal”. Fuentes fue posteriormente trasladado en forma clandestina a Chile y su rastro se perdió en Villa Grimaldi.

Era el 16 de mayo de 1975. Ese día, según señala la ficha del chileno Jorge Isaac Fuentes Alarcón, encontrada en los “Archivos del terror” de Paraguay, este fue detenido al interior del Hotel España, en el centro de Asunción. Otras informaciones, sin embargo, indican que fue aprehendido al interior de un bus en el paso de Itá Enramada (por donde efectivamente ingresó el 16 de mayo), junto al ciudadano argentino Amílcar Santucho.

En lo que sí hay concordancia es en que andaban juntos y que Fuentes, ex alumno de Sociología de la Universidad de Concepción y presidente de su Federación de Estudiantes (FEC) en 1970, usaba un pasaporte a nombre de Ariel Nodarse Ledesma, supuesto estudiante de sociología de Costa Rica.

Fuentes y Santucho eran dos presas codiciadas por los servicios represivos del Cono Sur. El primero era un alto dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el segundo, hermano del líder Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) argentino, Mario Roberto Santucho. Juntos estaban trabajando en la consolidación de la “Junta Coordinadora Revolucionaria” (JCR).

Sus años de estudiante 

Originario de La Cisterna (Santiago), Fuentes nació en 1947, pero llegó a inicios de los años ’60 a Concepción, con el fin de estudiar Sociología, donde se hizo conocido por el apodo del “Trotsko”, con el cual fue bautizado en su época de militante de las Juventudes Comunistas. Posteriormente, igual que los hermanos Enríquez, que Bautista van Schouwen, que Nelson Gutiérrez (con quien coindieron en la carrera de Sociología) o que Luciano Cruz, entre otros, pasaría a formar parte de las primeras camada dirigenciales del MIR, alcanzando una amplia notoriedad en el campus. Luego del golpe de Estado formó parte del Comité Central del MIR y, en tal calidad, fue uno de los principales gestores de la JCR, organización en la cual confluían organizaciones de extrema izquierda chilenas, argentinas, uruguayas  y bolivianas.

Según los documentos que obran en los “Archivos del Terror” (hoy, resguardados por el Poder Judicial paraguayo), Fuentes quedó en manos del Departamento de Investigaciones de la policía de Asunción, donde fue sometido a brutales interrogatorios, que continuaron cuando fue traspasado a manos de la Guardia de Seguridad del Ejército, junto con Santucho.

“Carlos el Chacal”

Según señala Mónica González en CiperChile, “el nombre del venezolano Ilich ‘Carlos’ Ramírez Sánchez aparece entre los documentos incautados en mayo de 1975 a dos dirigentes de la Junta Coordinadora Revolucionaria (JCR) detenidos en Paraguay por la policía secreta de Alfredo Stroessner: el militante del MIR chileno Jorge ‘Trosko’ Fuentes y el argentino Amilcar Santucho”.

Dicha información fue traspasada a la inteligencia francesa y ese habría sido el motivo por el cual, el 27 de junio de 1975, tres oficiales de la DST, el servicio secreto francés, llegaron hasta el departamento donde se encontraban Ramírez, en la calle Toullier, del Barrio Latino, junto a una joven.

Ramírez, en su momento el terrorista más buscado del mundo y cuya historia se puede leer aquí, hizo pasar a los agentes y una vez dentro les disparó, asesinando a dos de ellos, tras lo cual huyó del lugar, iniciándose una enorme cacería en su contra que solo dio resultados cuando lo detuvieron en Sudán, en 1994. Luego de ello, “Carlos” fue extraditado a Francia y sometido a juicio por el homicidio de los dos policías y otros delitos, siendo condenado a cadena perpetua. Antes de que ello ocurriera se incorporó a la OLP (Organización de Liberación de la Palestina

En efecto, existen tres documentos del “Archivo del Terror” (de 1976 y 1977) que señalan la conexión entre los detenidos en Paraguay y Ramírez. Los tres son análisis acerca de la subversión y en todos ellos se repite textualmente lo siguiente: “el 16 de agosto de 1975, dos jerarcas de la izquierda internacional radicalizada son sorprendidos cuando trataban de ingresar al país con documentación falsa, Amílcar Santucho del E.R.P. e Isaac Fuentes Alarcón, chileno del M.I.R.

Además, se añadía que “la documentación que se les secuestra demuestra que su estada en el Paraguay estaba vinculada a la organización del terrorismo y a los grupos de base. Más adelante, se trasladaría(n) a otros países americanos, hasta llegar a París. En París, tienen fijado una dirección para un contacto. Ponemos a conocimiento de las autoridades francesas dicha dirección. Policías franceses allanan, y mueren dos oficiales en manos del famoso terrorista Carlos. La internacionalización de la subversión tiene así, un nuevo punto de certificación”.

Hay dos documentos previos que demuestran además que los interrogatorios y las pesquisas en torno a “Carlos” fueron constantes. De hecho, todo parece indicar que los policías paraguayos estaban convencidos de que todos ellos se conocían.

El primero, de agosto de 1975, es un oficio en que el Jefe de Inteligencia del Estado Mayor General del Ejército paraguayo, Benito Guanes Serrano, manda al Jefe del Depto. de Investigaciones, Pastor Coronel, por medio del cual le informa que le está remitiendo un regalo que le envía el general argentino Otto Paladino (el jefe de la inteligencia argentina y también miembro de la red Cóndor) y además “el envío por esta jefatura de las fotografías de Ilich Ramírez Sánchez (Carlos)”.

Al año siguiente, el 21 de abril de 1976, Guanes Serrano mandó otro oficio a Pastor Coronel con el propósito “de remitirle adjunto a la presente, antecedentes del ciudadano Ilich Ramirez Sánchez (a) ‘Carlos”.

Por cierto, según señala el periodista David Yallop, en To the ends of the earth, entre las múltiples identidades falsas con que Ramírez contaba había dos chilenas: Adolfo Bernal y Carlos Martínez. Para la primera al menos contaba con un pasaporte chileno, el que utilizó para arrendar un departamento en Londres.

París, siempre París

La vinculación entre todos los revolucionarios latinoamericanos y París estaba ya en la mira desde hacía un buen tiempo. Desde 1974 que muchos miembros del MIR chileno y de otros grupos marxistas latinos se estaban reagrupando en la capital francesa.

Fuentes había pasado una larga temporada allí, lo que refrendó su viuda, Luzmila del Carmen Ortiz, al declarar en la causa judicial en que se investigó en Chile por la desaparición de su esposo. Según explicó, a fines de septiembre de 1973 supo que su marido ya no estaba en Chile y recién en el verano de 1975 tuvo noticias suyas, por medio de cartas que envió a su suegra y que esta la entregó. En las misivas, el exalumno de la UdeC pedía a su esposa que viajara a reunirse con él en París, lo que ella concretó hacia marzo o abril de ese mismo año. 

Según señaló, luego de estar quince días en Europa, ella se trasladó a Cuba y mientras se encontraba allá se enteró de que su esposo había sido detenido en Paraguay junto a Santucho, quien fue liberado en 1978.

Otro de los documentos paraguayos es una declaración de Fuentes, que se cree fue obtenida bajo tortura. Fechada el 14 de julio, la tomó en persona el coronel Pastor Coronel, y en ella se decía que en febrero de ese año el líder mirista Andrés Pascal Allende le había enviado un mensaje con un número de emergencia al cual llamar en Santiago (el 293736), en el cual entregar una serie de palabras en clave, si era descubierto.

Si llamaba allí, indica el documento, debía preguntar por “la señora Marcia” y decir “teléfono 293756, Baltazar y/o Augusto está quemado”.

Según lo que se entiende del mismo interrogatorio, Fuentes también tenía un punto de contacto (cuya dirección y país no se indica, pero todo indica que se trataba de alguien con quien debía verse en Paraguay) en el cual debía encontrarse con un hombre, un “enlace de Argentina” que portaría una revista “Monitor” en la mano derecha.

Siempre según el informe, interrogado sobre si había tráfico de armas para el MIR desde Argentina a Chile, el prisionero habría respondido que no se hicieron, pero “se había hablado al respecto, decidiéndose hacer pasar por medio de un vehículo”.

De acuerdo con los documentos paraguayos, Fuentes fue expulsado de ese país el 23 de septiembre de 1975. Hoy, por cierto, se sabe que fue trasladado a Chile y que quedó en manos de la DINA, siendo internado en Villa Grimaldi, donde fue brutalmente torturado y donde lo mantuvieron en condiciones inhumanas durante varios meses, hasta que fue hecho desaparecer, a inicios de 1976.

Nace el cóndor

Dos días después de que “El Trotsko” fuera entregado por los paraguayos, Manuel Contreras envió una elegante esquela a Pastor Coronel. En ella le agradecía “por la cooperación prestada para facilitar las gestiones relativas a la misión que debió cumplir mi personal en la hermana República de Paraguay y estoy muy cierto que esta mutua cooperación continuará en forma siempre creciente para el logro de los objetivos comunes coincidentes entre ambos servicios”.

Ese es el documento que plasma la simiente del plan “Cóndor”, el que comenzó a tomar forma definitiva con una segunda misiva de Contreras, esta vez dirigida al jefe de la policía paraguaya, el general Francisco Brites, la cual está fechada en “octubre de 1975”, en la cual lo invita “a una reunión de trabajo de inteligencia nacional que se realizará en Santiago de Chile, entre los días 25 de noviembre y 01 de diciembre de 1975”.

La reunión, decía el jefe de la DINA, “tiene carácter de estrictamente secreta” y se esperaba que “pueda ser la base de una excelente coordinación”.

Por cierto, el encuentro se concretó y allí nació la red “Cóndor”, al menos en términos oficiales, como se llamó la coordinación de los servicios de inteligencia de diversas dictaduras latinoamericanas, con el fin de ayudarse mutuamente a cometer crímenes transnacionales, como sucedió (entre muchos otros) con el homicidio de Orlando Letelier y su secretaria, Ronnie Moffit, en Washington DC, en septiembre de 1976.

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