El misterioso Ilich Ramírez Sánchez, «Carlos el chacal»

Nacido en Caracas el 12 de agosto de 1949, Ilich Ramírez Sánchez es hijo de un abogado Comunista (pero extremadamente acaudalado), quien, en función de su ideología, bautizó a sus otros dos hijos como Vladimir y Lenin, y su vida fue descrita así en el artículo «terrorista viejo», publicado en la revista Cambio 16 de España: “Illich, apodado cariñosamente El Gordo por su madre, estudió en Caracas, participó en algunos desórdenes callejeros y fue enviado por su familia a Cuba y, más tarde, a la Universidad Patricio Lumumba, de Moscú. Allí intenta sin éxito vincularse a la inteligencia soviética (KGB), pero en cambio establece nexos con la Organización de Liberación Palestina (OLP). En el Septiembre Negro de atentados palestinos de 1970 actúa Carlos, y también dos años después, en la operación contra los atletas israelíes en Munich, cuando comienza su década más nefanda. Antes, en 1971, ha pasado a Gran Bretaña, por instrucciones de Wadi Haddad, el feroz líder extremista palestino. Se matricula en la famosa London School of Economics, pero su temperamento caribeño lo traiciona. Ilich, hijo de ricos, latino, mujeriego y parrandero, no está para desvelarse estudiando a Keynes, sino para participar en la vida gozosa del inmigrante joven. Consume whisky y conquista novias. Su figura se hace popular en fiestas, donde, acompañado de un cuatro —un pequeño instrumento de cuerdas— canta corridos y pasajes venezolanos con gran éxito. Es un playboy. Elba, su madre, se ha divorciado y circula jubilosa por el circuito de cócteles y fiestas diplomáticas. Su hermano Lenin sólo piensa en el fútbol: es aprendiz de gamberro del equipo Tottenham Hotspur. Carlos no abandona, sin embargo, sus contactos con grupos violentos de izquierda, y es en Londres donde comete su primer atentado. En diciembre de 1973 llega encapuchado a la casa de Edward Sieff, presidente de la famosa cadena de almacenes Mark & Spencer, entra en ella a la fuerza, llega al baño, donde Sieff está tomando una ducha, y le dispara a quemarropa en la cara. Milagrosamente, su víctima sobrevive. El segundo atentado de Carlos en Londres fue cuando, un mes después, coloca una bomba en la sucursal de un banco de Israel».

Posteriormente, el 21 de diciembre de 1975, junto a otros cuatro sujetos, pertenecientes al Ejército Rojo Alemán (RAF), encabezó un ataque contra las oficinas de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), el cual dejó muertos a un secretario y dos guardias que custodiaban el edificio de Viena donde se efectuaba una reunión en la que participaban 11 ministros de la organización. Los cinco terroristas tomaron alrededor de 60 rehenes, además de los ministros, pidiendo cinco millones de dólares de rescate, aunque se piensa que en total recibieron cerca de 50 millones.

Luego de una negociación que se extendió por más de 36 horas, el gobierno austríaco permitió a los violentistas y 42 de sus rehenes volar en un DC-9 rumbo a Argelia, donde dejaron a uno de los RAF, que estaba herido. Prosiguieron hacia Libia, donde depositaron el dinero del rescate en un banco yemení, y luego regresaron a Argelia, país en que liberaron a los rehenes.

Además, Carlos aparece vinculado a una serie de otros en toda Europa y, por supuesto, al crimen de los inspectores de la Dirección de Vigilancia Territorial (DST, inteligencia francesa), Raymond Dous y Jean Donatini, que intentaron interrogarlo en un departamento de París donde se encontraba junto a un palestino, Michel Mourkharbal, al cual también asesina posteriormente, para que no hable.

Entre 1976 y 1982 estuvo involucrado en numerosos otros atentados con bombas y secuestros aéreos, entre otros hechos.

El ex director del HVA (departamento de espionaje exterior de la desaparecida Alemania comunista), Markus Wolf, recuerda en su biografía que “mis hombres y yo no admirábamos a Carlos. A juzgar por los informes, era un charlatán, un burgués malcriado convertido en terrorista, que despreciaba las normas fundamentales de la discreción y por lo tanto ponía en peligro a los que trabajaban con él. Durante sus visitas a Berlín Oriental, el contraespionaje supervisó constantemente sus movimientos. Se desentendió de los pedidos que se le hicieron

en el sentido de que pasara el tiempo refugiado en su habitación; en cambio, se instalaba hasta tarde en el bar, con la pistola bajo el cinturón, bebiendo copiosamente y coqueteando con las mujeres”.

Tras la asunción de Mijail Gorvachov al poder de la ex URSS (1985), a Carlos (quien fue apodado «El Chacal» debido a que se encontró una copia de la novela homónima de Frederick Forsyth en un departamento de Londres, libro que cuenta el intento de asesinar a Charles de Gaulle) se le comenzaron a cerrar las puertas en el Este.

Refugiado en Siria, pronto fue expulsado por razones diplomáticas y pronto se convirtió en un paria indeseable. Hacia 1991 apareció en Jordania, en 1992 trató de irse a Irak (donde lo rechazó Saddam Hussein) y en 1993 llegó a Sudán, país que, finalmente, lo entregó el 15 de agosto de 1994 a los agentes de los Servicios Especiales Franceses (DGSE), acusado formalmente de los asesinatos de los dos efectivos del DST, siendo trasladado a Francia, juzgado y condenado a cadena perpetua.

Durante varios años mantuvo un blog desde la cárcel, en el cual manifestaba su admiración por el chavismo venezolano, se autocalificaba de “palestino por convicción” y además alegaba estar “secuestrado” en Francia.

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