Fiscalía Nacional: ¿De verdad necesitamos un santo laico?

 

Cuando la Ministra Angela Vivanco, vocera de la Corte Suprema, llamó a cesar en la campaña de descalificaciones en torno a la elección del próximo Fiscal Nacional, puso un tono de moderación en un debate que se nos está yendo de las manos.

Estoy de acuerdo en que la prensa debe cumplir con su función fiscalizadora. Eso es muy bueno para conocer a quienes aspiran a  dirigir, pero hay un par de preguntas que es necesario formular: ¿Sólo debemos buscar los esqueletos que los candidatos tienen presuntamente en el closet? Y el debate en torno a las fortalezas ¿no es necesario?

Hablo de santo laico, porque veo un puritanismo moralista sin límites. Hay que recordar que los santos laicos son una creación de los mass media y tarde o temprano se caen del altar. Tienen la duración necesaria para cumplir el objetivo de alcanzar la posición.

Sin embargo, el elegido o elegida debería ser alguien digno de ser llevado a los altares de las virtudes cívicas y la honestidad.  No hay una sola explicación para este fenómeno, pero en mi opinión hay al menos tres factores:

  • La llegada del Fiscal Nacional saliente estuvo marcada por episodios de supuestas influencias y negociaciones, de tal forma que pusieron a la opinión pública en estado de alerta máxima frente al actual proceso.
  • Los últimos años han tenido lugar irregularidades administrativas que afectan a los mandos de las agencias estatales, colaboradoras del Ministerio Público. Inevitablemente existe desconfianza en los procesos de elección de autoridades.
  • Tras la elección de Fiscal Nacional, se alinean poderes de facto y grupos de influencia, lo que es suficiente para que el proceso esté plagado de presiones, las que desbordan por la prensa (siempre hay alguien que aportará el dato que bajará al oponente).

Así, el debate debería ir en otro sentido, con criterios válidos para una elección compleja, los que curiosamente no son distintos a los necesarios para elegir un buen volante de creación, si se me permite el término futbolístico.

Intentemos fijar algunos criterios, por medio de preguntas:

  • ¿Ha litigado en materia penal y por cuánto tiempo?
  • ¿Tiene conocimientos sólidos de Derecho penal, Derecho procesal penal y Litigación Oral?
  • ¿Tiene cualidades de liderazgo, para ser reconocido (a) como tal en la institución?
  • ¿Posee carácter y habilidades para relacionarse con los poderes del Estado?
  • ¿Tiene plan de desarrollo para la institución?
  • ¿Conoce los desafíos que enfrentará la institución en los próximos años?
  • ¿De qué manera se manifiesta su acuerdo con el Estado de Derecho? ¿Incluye igualdad ante la ley, independencia y colaboración, libre generación del poder y todos los elementos del Estado de Derecho?
  • ¿Está disponible para escuchar las críticas constructivas y para adoptar medidas remediales?
  • ¿Es autocrítico(a)?
  • ¿Cuáles son los principales logros profesionales que le proyectan como Fiscal Nacional?

Puede ser una lista arbitraria, corta, lo que quieran, pero si creemos en el mérito como motor para asumir el poder en instituciones eminentemente técnicas, lo primero deseable es que conozca la actividad que va a dirigir.

En tal sentido, una buena mezcla para los próximos años, es conocimiento, experiencia y habilidades forjadas a partir del conocimiento, la experiencia y lo que le ha dado natura, por cierto.

Yo no veo este debate actualmente en los medios, sino una sucesión de zancadillas del tipo Tom y Jerry, que no le hacen bien a una elección que fortalezca al Ministerio Público.

Sobre el autor: Waldo Ortega Jarpa es abogado penalista y Dr. en Derecho, además de profesor de la Universidad Andrés Bello. Esta columna fue originalmente publicada en su blog Derecho en Movimiento, que se puede visitar aquí.

Publicado en Actualidad Gran Concepción