Editorial: ¿Un metro para el Gran Concepción?

Es imposible no leer con un dejo de envidia algunas informaciones publicadas por la prensa nacional la semana pasada, como la relativa a la pronta licitación de un tranvía entre La Serena y Coquimbo, por un valor de 300 millones de dólares, o el inicio de las obras de la Línea 7 del Metro de Santiago, por casi 2.600 millones de dólares, y no preguntarse a la vez cómo es posible que aún, a la fecha, no exista un proyecto de este tipo en el Gran Concepción, que tenga una mirada de futuro y que permita descongestionar alguna vez las atiborradas calles y avenidas de la zona, que hoy forman una especie de red neuronal que colapsa casi por completo cuando se producen (por ejemplo) problemas de cualquier naturaleza en los puentes que atraviesan el Bío Bío.

Es cierto que hoy se cuenta con el “Biotren”, el que posee nuevos y modernos carros, y que está en marcha el proyecto del nuevo puente ferroviario, pero no nos engañemos.

Ese sistema de transporte, que sin dudas ha sido extremadamente positivo para muchas personas, es un parche, una solución ingeniosa y a la chilena, que permitió aprovechar esa columna dorsal que atraviesa varias comunas, que es la vía férrea, pero no es un metro, un tranvía ni nada parecido, y obviamente no tiene la versatilidad que podría tener una red de metro y, además, no se extienda hacia la zona de mayor movimiento, al centro neurálgico de la ciudad, que es el eje que se extiende desde el Centro hasta la UdeC y el Hospital Regional, para luego dirigirse a Collao.

Igual que el Biotrén, los corredores urbanos han ayudado a mejorar los tiempos de traslado, pero los taxibuses siguen siendo una tecnología contaminante y, además, desfasada en el tiempo.

A diferencia de lo que ocurre en el Gran Santiago, en los buses del Gran Concepción aún se cancela como se pagaba hace 50 o 60 años, con un lote de monedas que van a la tradicional “pecera” del taxibús, con un chofer que, al mismo tiempo que corta el boleto y busca el vuelto, trata de adelantar por cualquier parte al vehículo que va delante suyo, a fin de quitárselos a la micro que viene más atrás.

Recordemos un poco. En el gobierno anterior existía disposición a efectuar las prospecciones necesarias e incluso existió un estudio de rentabilidad social, que la ponderaba en 6.7, la misma cifra que posee la línea cuya primera palada acaba de lanzar hace unos días el Presidente Gabriel Boric.

Sin embargo, mientras en Santiago esa línea nueva será una realidad muy pronto, en Concepción nada sucedió. Hay muchos factores que contribuyeron a ello, desde las críticas de grupos de presión que se quejaban de que era un proyecto muy “neoliberal”, hasta el estallido social, la pandemia y mucho más.

Es tiempo de retomar la búsqueda de una solución vial seria y responsable para el Gran Concepción, como lo están haciendo en La Serena y Coquimbo, o como lo han hecho en el Gran Valparaíso, que hoy cuenta con una red de metro urbano mucho más consolidada que el Biotrén, tanto en número de estaciones, como en la cantidad de pasajeros transportados.

Por cierto, el metro subterráneo que se propuso hace algunos años era una idea atractiva y debería ser analizada, pero eso no significa que no deban estudiarse otras posibilidades, como el tranvía (que ya existió, hasta 1941 y que unía el centro con Collao, Pedro de Valdivia, Laguna Redonda y Chillancito) o incluso, como más de alguien lo propuso en años pasados, un tren ligero de vía elevada.

Lo cierto es que el Gran Concepción necesita contar pronto con un sistema de transporte moderno, rápido, eficiente, seguro y no contaminante, que además convierta a la vieja ciudad de provincia en la metrópolis que debería ser.

Publicado en Actualidad Gran Concepción