Editorial: ¿Las encerronas llegaron para quedarse?

La solución al problema no parece estar en aumentos de dotación policial (lo que es imposible) o en leyes con mayores penas, las cuales no parecen tener efecto entre quienes han abrazado la delincuencia como su forma de vida. Una opción es la tecnología.

Durante un buen tiempo, muchos creyeron que las encerronas, portonazos y homicidios cometidos por sicarios eran un fenómeno exclusivo de las comunas ubicadas en sus inmediaciones, autopistas mediante.

Lamentablemente, ello no es cierto. Basta revisar con cierta atención la prensa penquista de los últimos años para descubrir que la tradicional delincuencial local ha ido, de a poco, dando paso a nuevas metodologías criminales. Hay que recordar que hace poco un comerciante de la Vega Monumental fue asesinado en Talcahuano, muy cerca del aeropuerto, cuando delincuentes aún no identificados intentaron asaltarlo, presuntamente para robar su camioneta.

Poco antes de eso, un ejecutivo de origen uruguayo fue asesinado en la Costanera entre Concepción y Chiguayante, cuando desconocidos lo tirotearon desde otro móvil.

Un poco más de suerte tuvo el juez Carlos Hidalgo, a quien le robaron su automóvil en el sector de La Greda (en el camino entre Concepción y Penco), pues la PDI logró recuperar el auto y pese a la golpiza gratuita que recibió de parte de los delincuentes, logró salir con vida del trance.

Sin embargo, hace dos días, una familia fue objeto de una encerrona, a dos cuadras de la Municipalidad de Chiguayante, y luego de ello los delincuentes que les robaron su móvil colisionaron con otro, mientras huían, causándole la muerte a una mujer.

Muchas de las encerronas, portonazos y robos de automóviles en general tienen por objetivo el mercado negro. Un ejemplo de ello es lo que sucedió un par de años atrás, cuando murió en pleno desierto Sebastian Leiva, “El Cangri”, a manos de contrabandistas de autos bolivianos.

Como la memoria es corta, es necesario recordar que el chico reality andaba en el norte junto a un buen amigo suyo, Sebastián Cornejo, con quien pretendía vender un Mercedes Benz robado en el Gran Concepción. En efecto, muchos autos robados en Chile son vendidos en ese país y también muchas veces los autos sustraídos son desguazados de inmediato, con el fin de vender las piezas, un mercado muy lucrativo y menos arriesgado.

En otras ocasiones, el objetivo de la encerrona o el portonazo es obtener un auto rápido de alta cilidranda para, a su vez, cometer otros delitos: el robo de alguna tienda en un mall (los llamados “alunizajes”), el asalto a un cajero automático o el clásico robo con intimidación o violencia.

Sin embargo, en muchas otras ocasiones la encerrona o el portonazo es un simple sinsentido y el delito solo se fundamenta en la cultura del “choro”, en la idea de adolescentes ya sumergidos en el mundo narco en orden a que quitar autos es una especie de proeza que van a dejar inmortalizada en un video de Tik Tok o Instagram, en el cual, al ritmo del reggaetón, mostrarán el velocímetro del móvil sustraído y seguramente las armas usadas en ello.

Y ojo: todos estos delitos son completamente chilenos, no importados de otros países, como muchos piensan. Es efectivo que el “motochorro” es un delito creado en Argentina, que el sicariato y la extorsión “gota a gota” provienen de Colombia y así, pero no hay que confundirse: las encerronas, los portonazos y otros hechos de la misma “familia” fueron creados por nuestros propios delincuentes, los cuales han prosperado gracias a la pandemia, que afectó las vías internacionales de comercio, generando un alza histórica en los precios de los vehículos y los repuestos.

Por cierto, es imposible tener carabineros en todas las esquinas, a fin de prevenir estos hechos, y la dictación de leyes con castigos más elevados nunca ha disuadido a los ladrones. Probablemente, sea tiempo de que nuestros legisladores tomen cartas en el asunto y echen mano de la tecnología, obligando (por ejemplo) a que las aseguradoras instalen el GPS que deberían instalar en los autos nuevos y obligando a que el Seguro Automotriz Obligatorio vaya asociado a uno de esos dispositivos, lo que sin duda volvería fútil la ganancia de los asaltantes, quienes seguramente ya no estarán dispuestos a gastar tiempo, armas y adrenalina en un negocio que dejaría de ser rentable.

Publicado en Gran Concepción